Nunca me canso de decir que el género del terror es uno de los grandes incomprendidos. En todos los medios, pero sobre todo en el videojuego. Es cierto que a los caguetas tampoco les gustan los libros de miedo o las pelis y series, pero las consolas llevan el estremecimiento a un nivel que es mucho más difícil de soportar. Al menos cuando se hace bien. Y la saga Outlast lo hace.
Ya os traje por aquí el primer Outlast, que me pareció realmente bueno, y llevaba con ganas de probar el segundo desde que vi el tráiler. Total, que finalmente adquirí la versión de PS4 que incluye toda la saga, incluyendo el DLC del primer Outlast, Whistleblower, que supone un gran añadido a dicha entrega con enemigos mucho más carismáticos y momentos mucho más estresantes (eso sí, no es juego aparte como para considerar el pack una "Trilogía". Ains, departamento de marketing, tú siempre sabes qué decir). Rejugados de nuevo y con un tiempo de descanso para relajar (encima me puse a ver "La maldición de Hill House" y ya había días que ni dormía), puedo decir que Outlast 2 es de lo más terrorífico que he probado (más incluso que Amnesia).
Por si no estáis familiarizados con estos juegos, resumo de nuevo las mecánicas: somos un pobre tipo, cobardica y llorón, que se va escondiendo en armarios y camas transportando una cámara de vídeo con visión nocturna que consume más pilas que una Game Boy. Lo que sería el instinto de pillar un objeto cortante, contundente, o cortante y contundente a la vez, y emplearlo con saña sobre la cabeza del primer ser que se nos acerque, no lo tenemos. Así que sólo nos queda correr o escondernos.
En este sentido, Outlast 2 introduce novedades; no demasiado importantes, pero que sí le dan mucha más vidilla (o infartillos, depende de cómo se mire). Por ejemplo, las heridas ya no se curan solas, hay que curarlas con vendas que recogeremos. Tenemos más posibilidades para ocultarnos aparte de taquillas y camas, como pueden ser armarios, barriles (oxidados y con agujeritos para ver o llenos de un líquido extrañamente rojo) o incluso bajo el agua. Además, acogocharse bajo la cama ya no es cuestión de pulsar un botón: hay que tirarse al suelo y gatear, lo cual además nos permite movernos bajo ella, cosa importante.
También resulta interesante que aquí nos cansamos, por lo que no podemos correr de continuo. Esto lo aprendí tras cagarme en todo varias veces porque iba muy lento mientras me perseguía una horda de pueblerinos sanguinarios, pensando que era problema del joystick. Añade bastante presión, al igual que tener que que deslizarse por debajo de la verja, levantarse y sprint, colarse entre dos paredes... Todo va muy fluido, aunque a veces nos jueguen una mala pasada los nervios y nos pongamos a correr con el botón que no es. Solamente he tenido un problema en todo el juego: me era imposible arrastrarme por debajo de una pared en un sitio casi al inicio del juego, lo cual hizo que uno de los principales enemigos del juego me destripara múltiples veces y, hasta cierto punto, le perdiera algo de miedo. Sin embargo, fue la única vez, y sospecho que se debía a que comencé el juego sin actualizar.
Otro de los añadidos terroríficos de Outlast 2 son los escenarios. En comparación con los otros juegos de terror anteriormente mencionados, que eran tremendamente pasilleros (hasta el extremo de que en cuanto uno veía dos caminos posibles ya detectaba que iba a salir algún enemigo al que habría que despistar), aquí tenemos escenarios bastante abiertos. Campos de maíz. Pueblos enteros. Casas. Bosques. Lagos. Múltiples opciones para esconderse, muchos enemigos de los que huir. Y más de un machetazo en la cara cuando nos acercamos más de la cuenta a alguien que parecía pacífico o nos asomamos en la tienda que no era.
Esto hace que tengamos una tensión a lo largo de las 8-10 horas de juego que es muy difícil de aguantar. Hay momentos de calma entre tempestades, pero el juego se las apaña para que nos dé un estremecimiento cada poco (una figura que pasa por el fondo, algún ruido extraño, un tronco de árbol en la oscuridad con forma casi humana...). Pero también juega en su contra en una de las cosas de las que también puede presumir este juego: su historia.
El problema es claro: la historia se cuenta principalmente mediante documentos que encontramos por el escenario y al ser estos relativamente amplios es fácil saltarse varios de ellos. Eso, y que no apetece mucho asomar el hocico en la mayoría de los sitios; cuando me asomé en una de las primeras casas me llevé un machetazo en la cara nada más abrir la puerta de la cocina. Se pueden encontrar bien, los escenarios no son tan amplios como para perderse, pero no apetece mucho ponerse a husmear. En comparación, el anterior Outlast o los Amnesia, al ser de pasillo estrecho, ponían mucho más fácil el asunto.
Es una pena, a mi modo de ver. Es cierto que tal y como está todo queda más "realista"; puedes tratar de entender lo que ocurre o simplemente dedicarte a correr como un pollo sin cabeza. Pero la historia de los documentos da información importante que permite entender bien lo que ocurre, incluyendo unas extrañas visiones que nos trasladan hasta el instituto donde estudiamos de pequeños. Estas visiones quedan bastante sueltas de la historia principal, y personalmente creo que podrían haberse cuadrado mejor. Están muy bien incluidas durante el juego y le dan un toque muy interesante, tanto que uno se sorprende encontrando formas de acompasarlas a la trama principal. Sin embargo, no encontrar ciertos documentos hace que nos perdamos esa relación y otras cuantas cosas más.
Poco más queda que añadir. La ambientación es perfecta en todo momento, los escenarios son variados, los efectos sonoros ponen los pelos de punta, las ramas agitándose al viento sobresaltan al más pintado y el terror que te produce es más debido a una tensión constante que a una sucesión de sustos fáciles (hay sustos gordos, pero cuando uno menos se los espera). Uno de los mejores y más completos juegos de terror que he jugado. Siendo masoca, diría que habría que hacer más grande los poblados, los bosques y los campos de maíz para terminar de generar una sensación de pánico absoluto (cuanto más cerrado es el escenario, más fácil es correr hacia el lado correcto) y meterlo todo en unas buenas gafas de VR. Pero mientras tanto, Outlast 2 da flojera para un buen rato.
El problema es claro: la historia se cuenta principalmente mediante documentos que encontramos por el escenario y al ser estos relativamente amplios es fácil saltarse varios de ellos. Eso, y que no apetece mucho asomar el hocico en la mayoría de los sitios; cuando me asomé en una de las primeras casas me llevé un machetazo en la cara nada más abrir la puerta de la cocina. Se pueden encontrar bien, los escenarios no son tan amplios como para perderse, pero no apetece mucho ponerse a husmear. En comparación, el anterior Outlast o los Amnesia, al ser de pasillo estrecho, ponían mucho más fácil el asunto.
Es una pena, a mi modo de ver. Es cierto que tal y como está todo queda más "realista"; puedes tratar de entender lo que ocurre o simplemente dedicarte a correr como un pollo sin cabeza. Pero la historia de los documentos da información importante que permite entender bien lo que ocurre, incluyendo unas extrañas visiones que nos trasladan hasta el instituto donde estudiamos de pequeños. Estas visiones quedan bastante sueltas de la historia principal, y personalmente creo que podrían haberse cuadrado mejor. Están muy bien incluidas durante el juego y le dan un toque muy interesante, tanto que uno se sorprende encontrando formas de acompasarlas a la trama principal. Sin embargo, no encontrar ciertos documentos hace que nos perdamos esa relación y otras cuantas cosas más.
Poco más queda que añadir. La ambientación es perfecta en todo momento, los escenarios son variados, los efectos sonoros ponen los pelos de punta, las ramas agitándose al viento sobresaltan al más pintado y el terror que te produce es más debido a una tensión constante que a una sucesión de sustos fáciles (hay sustos gordos, pero cuando uno menos se los espera). Uno de los mejores y más completos juegos de terror que he jugado. Siendo masoca, diría que habría que hacer más grande los poblados, los bosques y los campos de maíz para terminar de generar una sensación de pánico absoluto (cuanto más cerrado es el escenario, más fácil es correr hacia el lado correcto) y meterlo todo en unas buenas gafas de VR. Pero mientras tanto, Outlast 2 da flojera para un buen rato.
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