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[Análisis] South Park: La Vara de la Verdad

Hace un par de semanas vio la luz Retaguardia en peligro, las nuevas aventuras de los irreverentes chavales de South Park, desarrollado, esta vez, por Ubisoft. Servidor ya lo ha jugado, y en lo que la terapia y la medicación me ayudan a sobrellevar esa primera noche como Ojete, os traigo mi reseña del juego que lo empezó todo: La Vara de la Verdad. No creo que rememorar mis aventuras como sir Gilipollas me cause daño alg... oh, no, ¡la noche de los gnomos otra vez no!


Acabamos de llegar a South Park con nuestros padres para escondernos de algo (o alguien), y no es que seamos la alegría de la huerta, precisamente. Aun así, somos convocados al KKK por el gran mago Cartman, que nos asigna la misión de proteger La Vara de la Verdad del malvado Rey Elfo Judío. Comienza así la epopeya de sir Gilipollas el Pedorro.

Si dijera que éste es el juego más grosero y perturbador que he probado jamás, mentiría, porque el primer día de aventura de su secuela lo hace parecer Candy Crush; pero quitando esa menudencia (que sustituye a la ballena en mis pesadillas), lo es: un juego de rol por turnos en el que puedes ser un judío que se pee en caras ajenas y tira zurullos a la gente, en el que el viaje rápido viene vía chico en silla de ruedas, y en el que es posible pillar a un tío profanando el juju de un caballo, está ganándose a pulso ese puesto. Cómo será la cosa, que en muchos países las versiones de consola vinieron (y aún vienen) censuradas.

Casi fue peor el remedio que la enfermedad, oigan.

Al principio de la aventura podremos elegir entre cuatro clases: guerrero, mago, ladrón y judío, cada cual con su propio estilo y habilidades de combate (tanqueo, hechizos, sangrado y estados a gogó, respectivamente); a ello se suma una capacidad única de nuestro personaje: control absoluto sobre tus pedos. Puedes manipularlos (no, en serio, literalmente puedes coger tus pedos con la mano) y tirarlos a la cara del enemigo, usarlos como granada de humo o burlarte de un rival caído; esto en cuanto a técnicas ofensivas, porque en lo relativo a exploración tendremos otras tantas habilidades que no desvelaré para no arruinar la historia. Aunque con ver el piloto de la serie os valdrá para conocer la primera de ellas.

El combate se desarrolla por turnos, y quién lo empieza dependerá, casi siempre, de tu capacidad y tus reflejos: salvo ciertos combates de la campaña y alguna que otra emboscada, podrás ver al enemigo acercarse, y si eres tú el primero en conectar un golpe, el primer turno es tuyo; además, si te lo montas bien y te pees en la cara de alguno, empezará el combate con daño por asqueo, que es algo que siempre gusta. Ya en el meollo, podremos hacer uso de nuestras habilidades (teniendo en cuenta la barra de poder), nuestra magia (aka pedos, indicado por una barra pertinentemente verde) y, cómo no, nuestra salud; cada acción, sea un poder o el uso de consumibles, gastará nuestro turno. Y ya que estamos con consumibles, si lo estamos pasando mal, podemos invocar hasta a cuatro personajes distintos: cada invocación limita su uso a una vez por día, teniendo que recuperar el objeto de invocación al día siguiente en caso de querer volver a usarlo. Eso sí, preparaos, porque alguna de ellas es muy... muy...

No es lo que parece: es MUCHO PEOR.

En combate nos ayudarán nuestros aliados: sólo podremos llevar uno, pero tendremos muchos para elegir. Al principio nos encasquetan a Butters el paladín (en mi opinión, el mejor de todos), pero más adelante podremos ir con la princesa Kenny, Stan el guerrero, Jimmy el bardo y sus canciones mágicas y un largo etcétera. Todos tienen habilidades únicas y la mar de útiles... bueno, menos las ratas de Kenny: las ratas de Kenny hacen llorar a Jesús. Estos enfrentamientos están muy conseguidos en lo que a dificultad se refiere (en este aspecto aventaja a su secuela), y más de una vez nos veremos en apuros. Eso sí, si somos muy de husmear por los rincones y de vender chatarra, podremos romper el juego y convertirlo casi en un paseo.

En cuanto al mapeado, tendremos acceso a la práctica totalidad de South Park, lo que implica mundo abierto, lo que implica hincharse a explorar para encontrar dinero, equipo (otro punto en el que aventaja a Retaguardia en Peligro: mientras en la aventura de sir Gilipollas las ropas y armas aportan ventajas y desventajas a nuestras estadísticas, en la de Ojete la ropa es simple apariencia, aunque lo suplen con otras cosas, todo sea dicho) y, cómo no, coleccionables,, que en este caso toman la forma de Chinpokomons. ¿Recompensa? El sabor del trabajo bien hecho... y de conocer al Biebersaurio.

Hay treinta diferentes, ¡hazte con todos!

El juego calca la estética de la serie, y cuenta con el doblaje y la banda sonora originales. Está en VOSE, cosa de la que se quejaron amargamente los que hoy rezongan porque las correrías de Mapache y Amigos vienen con el doblaje español por defecto. Ofendiditos: siempre tendrán de qué quejarse.


En fin, que es un juegazo. Si me disculpáis, voy a darme una ducha, porque sigo acordándome de la noche de los gnomos y me siento muy sucio.

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