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[Análisis] Dragon Quest XI : Ecos de un pasado perdido

Desde que me decidí a comprar Nintendo Switch he podido jugar a diversos exclusivos de la consola, como Breath of the Wild o Super Mario Odyssey. Pero no solo de exclusivos vive Switch, y es que es una consola con un catálogo exageradamente grande, que convierte a la consola de Nintendo en una gran apuesta para el jugador. 

Los juegos a los que he estado jugando actualmente en Switch son Bloodstained, del cual tendréis análisis no tardando demasiado, y Dragon Quest XI: Ecos de un pasado perdido, un juego que ya pudimos ver en otras plataformas pero que debutó en Switch con su edición definitiva el pasado septiembre.


En esta entrega de Dragon Quest nuestro héroe es un bebé que termina flotando río abajo durante el ataque a Dundrasil y es adoptado por un anciano de un pueblo de montaña. Durante los sucesos acontecidos durante la ceremonia de la mayoría de edad del pueblo, sale a la luz su condición de Luminario, por lo que es enviado a ver al rey de Heliodor para conocer su pasado. Ya en Heliodor es acusado de ser el Engendro Oscuro, por lo que es encarcelado y conoce a Erik, el cual le habla de su condición de Luminario, un héroe legendario destinado a salvar el mundo. Comenzará una huida y búsqueda de la verdad del Luminario junto a Erik y un buen puñado de personajes que se nos irán uniendo. Y, hasta aquí, puedo leer. Solo aclarar que está dividida en 2 + 1 actos: la historia y el postgame, y que a partir del 2º mejora todo exponencialmente. 

¿Cual es el mejor punto de Dragon Quest XI? En mi opinión, al margen de la historia (lo mejor de los juegos de rol suele ser, en un 80%, la historia), es el diseño del mundo y de los personajes. El mundo es vistoso, bonito, hecho con mimo con un estilo gráfico que hará que se siga viendo igual de bien ahora que dentro de 10 años. Erdrea está lleno de vida, de detalles, de enemigos y de ciudades y pueblos que visitar. Por no hablar de la exploración en barco y la multitud de islas a las que viajar. 


¿Y los personajes? ¿Cumplen? Por supuesto. El héroe, como en la mayoría de los Dragon Quest, es un mas soso que una piedra, pero el resto de los personajes del grupo son otro cantar, destacando sin duda a Verónica, el mejor personaje del juego en mi opinión por razones obvias y Servando, el cual conforme avanza la aventura va ganando protagonismo en todos los aspectos y tiene un carisma que se sale de las tablas.

Uno de los aspectos que, claramente, debo penalizar y mucho es la banda sonora del título. Uno de los puntos más fuertes de este tipo de RPG son sus bandas sonoras. Algunas incluso nos acompañarán toda la vida, como ese tema de Final Fantasy X llamado Zanarkand. Pero esto no pasa en Dragon Quest XI, el cual peca de tener, por un lado, una serie de temas bastante normalito y, por otro, muy repetitivo. Da igual donde viajes o contra quien luches: tienes un tema principal para el mundo, otro para las ciudades y otros dos para los combates (combates contra jefes y combates genéricos) y alguno más en zonas especiales de la historia. Algo muy negativo, señor Koichi Sugiyama.

El modo foto no es el más completo que podemos encontrar, pero cumple  muy bien.

Otro punto a destacar del título es el combate. Un combate por turnos clásico, sí, pero que sigue viéndose fresco y que tiene algunas opciones nuevas con respecto a otros títulos de la saga. En esta entrega podemos cambiar, en cualquier momento, con la disposición en batalla de nuestro grupo de 4 personajes. Esto ayuda mucho, sí, pero hace que el juego pueda resultar fácil en gran parte de la aventura. Muy pocos combates nos exigirán ese plus de suerte o estrategia y se concentran, sobre todo, en el segundo arco de la historia. Parece que quisieron abrirse más al público y descuidaron a los fans del RPG clásico en este punto, haciendo un juego realmente asequible. Lo he disfrutado mucho, pero esto es algo negativo y que mata un poco la experiencia.


Los personajes en combate son muy polivalentes. Cada uno presenta un árbol de habilidades con 3 o 4 ramas principales, las cuales iremos discriminando según queramos que nuestro personaje crezca. No tiene sentido, por ejemplo, gastar puntos de habilidad en bumeranes para Erik si vamos a ir equipándole con cuchillos, ya que las habilidades van, en su mayoría, unidas a un arma. Y no son baratas, ya que tendremos que subir varios niveles para activar una sola habilidad conforme avancemos la aventura.

¡Has logrado 4 puntos de destreza! Solo necesitas otros 14 para comprar una habilidad.

Así van definiéndose con el transcurso de la partida los personajes, no valiendo todos para todo. Lo más parecido a los clásicos trabajos de la saga Final Fantasy.

La edición definitiva de Nintendo Switch traía bajo el brazo un modo de juego 2D, al estilo de los Dragon Quest clásicos. Por un lado tenemos Horense, un poblado donde viven unas criaturas llamadas Cronolinos. Estos nos darán una serie de contraseñas cuando nos los encontremos en la aventura y, en Horense, nos permitirán avanzar por otros mundos pasados en riguroso 2D, al estilo más retro de la saga.


Un estilo que no es para todos los gustos, pero que ahí está. Por otro lado, la campaña principal también puede jugarse así, cambiando entre 2D y 3D en el menú de las iglesias. Eso sí, guarda partida, sal del juego, vuelve a cargar, etc. Igual era mucho pedir el cambio más rápido, lo entiendo, pero se hace larguísimo.


¿Qué más ofrece esta versión definitiva de Nintendo Switch? Pues poder hacernos con los mandos de nuestros compañeros de viaje y vivir sus aventuras durante cierto momento de la historia en pequeñas tramas de unos 45 minutos aproximadamente. Estas misiones solo estás disponibles en la versión definitiva del juego.

A todo este contenido hay que añadirle su enorme cantidad de misiones secundarias (60 en total), conseguir las minimedallas, recetas para la forja y la misión draconiana, que es un modo nueva partida con condiciones que modificar como no comprar, experiencia reducida, enemigos superfuertes... y el postgame.


En resumen, Dragon Quest XI es un muy buen RPG de corte clásico, con una gran cantidad de contenido y en el que invertir muchas horas. Sus únicos fallos serían la banda sonora, muy justita como dije anteriormente, y un combate que se vuelve sencillo en la mayoría de los casos. Aun así es un título más que recomendable, y una muy buena apuesta jugable para los fans del género, que puede encontrarse a un precio bastante asequible tanto en Xbox One como PlayStation 4.

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