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[Análisis] Sokobond

Los juegos de puzles son una gran forma de mantener la mente en orden. Básicamente, porque la mayoría de ellos tratan de poner cosas de cierta manera para conseguir algo. Colocamos caramelos de colores. Movemos seres vivos de todo tipo. Incluso tiramos de un lado a otro a niños en avanzado estado de congelación. Pero la imaginación no tiene límite alguno, y sólo era cuestión de tiempo que alguien decidiera hacer puzles moviendo átomos. Cierto que los caramelos de verdad también están hechos de átomos, pero asumamos que la física atómica de los videojuegos no es la misma que en la realidad.



Sokobond es uno de esos juegos que funcionaría perfectamente sin necesidad de un marco, pero tenerlo le va de perlas. Así, podemos definirlo como un juego de química, consistente en crear moléculas más o menos complejas a partir de átomos. En cada puzle encarnaremos a un átomo concreto, por lo que podríamos tratarlo también como una suerte de enrevesado simulador atómico pionero en un mundo altamente competitivo.

La curva de dificultad está especialmente bien diseñada. Comenzaremos con un pequeño átomo de oxígeno que, como suelen hacer los oxígenos atómicos (los moleculares no, esos no hacen nada) busca otros dos electrones para completarse, encontrándolos en dos átomos de hidrógeno para formar así agua. Fin del nivel. Una frase con una curiosidad sobre el H2O y al siguiente, que será un poco más complejo tanto en el número de elementos como en la manera de conseguir formar la molécula final.

La variedad de átomos no es mucha, pero con uno para cada valencia basta.

Átomos de carbono. Átomos de nitrógeno. Dobles enlaces. Triples enlaces. Roturas, giros, cambios conformacionales, gases nobles. ¡Electrones libres orbitando el núcleo! Todas las locuras del submundo fisicoquímico se encuentran aquí reunidas en forma de puzles cuyo menú ¡tiene forma de tabla periódica! ¡Con lantánidos y actínidos introduciéndonos en puzles finales con moléculas ficticias! ¡Alabado sea Mendeléiev!

Además, por si no he conseguido venderlo suficientemente bien, poco a poco nos veremos aprendiendito hechos divertidos sobre multitud de elementos, lo que lo convierte en una obra digna de ser incluida en el software predeterminado de los Coleco. Gráficamente no necesita más potencia que la que requería el ordenador visto en Los Simpson para correr esos átomos de colores pastel moviéndose por cuadraditos con cuatro botones (cinco si contamos el de reseteo) y una banda sonora básica pero espectacular.

El menú de los niveles es delicioso.

No hace ninguna falta saber de ciencia para entenderlo, y ni muchísimo menos para jugarlo, aunque unos conceptos básicos de química ayudan a apreciar mejor esta magnífica obra. El precio puede parecer caro para un juego de puzles, pero aporta muchas horas de entretenimiento y muy probablemente lo encontréis rebajado de forma importante de vez en cuando. Os aseguro que partirse la cabeza buscando una solución es mucho más divertido cuando eres un átomo.

Comentarios

  1. Juegazo que no te lo crees. Llevo 81 puzzles y se está poniendo peluda la cosa.

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    Respuestas
    1. Uno de mis juegos de puzles favorito y por desgracia un gran desconocido para el público general. Tremendo, me entran ganas de rejugarlo cada vez que lo veo.

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