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[Análisis] Bastion

Puede parecer extraño que aunque prácticamente todos los días nos encontramos con un nuevo videojuego reseñable, no ya sólo de corte indie sino también triples A (este pasado mes ha sido especialmente generosos en ellos), traigamos de nuevo a la palestra una obra que vio la luz allá por 2011. Pero comprended que con una lista de títulos abrumadora esperando a ser jugada (nosotros la hemos bautizado como "LA PILA"), no seamos especialmente quisquillosos al respecto. Si bien hay muchos juegos que podemos dejar pasar por su escasa relevancia, hay otros de los que nos vemos obligados a hablar pese al tiempo pasado desde su salida al mercado.

Uno de ellos es el que nos ocupa el análisis de hoy, Bastion. Muchos habréis oído hablar de él ya sea por el éxito que supuso o bien porque una parte importante de los análisis de Transistor, la siguiente creación del estudio que de hecho dieron hace unos meses con PS Plus, comenzaban hablando de Bastion para acto seguido compararlos. Y es que Bastion es un juego que, a pesar de beber de distintas fuentes, tiene una personalidad propia que lo sitúa como un buen punto de referencia.





La historia comienza con nuestro protagonista sin nombre (Kid, chico) despertándose tras un suceso conocido como la gran catástrofe, por lo que nuestro primer objetivo consistirá en llegar al Bastion, algo así como un punto de encuentro. A partir de ahí comienza la verdadera aventura, en la que conoceremos a nuevos personajes (tres, para ser más exactos) con los que poco a poco iremos descubriendo las causas del desastre. Nuestra principal guía para avanzar por la trama será la profunda voz en off de uno de esos personajes; uno de los puntos fuertes del juego pero que puede presentar un "inconveniente" para los jugadores con un inglés menos fluido. "Inconveniente " (nótense las comillas) porque el audio está exclusivamente en inglés, y si bien está completamente subtitulado, la narración no se detiene solo porque estés luchando con algún enemigo,  por lo que si te ves obligado a leer cada frase podrías llegar a perderte algunas cosas más o menos relevantes.


La jugabilidad recuerda sin lugar a dudas a la vista en Diablo, con montones de enemigos saliéndonos al paso mientras avanzamos a nuestros objetivos por los distintos niveles. Tenemos una variedad de enemigos que, sin ser muy extensa, genera la suficiente diversidad de situaciones para que el juego no se haga repetitivo, especialmente porque su duración (menos de 8 horas) tampoco lo permite.


Además, tenemos otros dos factores que influyen enormemente en los combates que se nos irán presentando. El primero son los escenarios. Encontraremos muchos tipos de elementos que le darán variedad no ya sólo a nivel estético sino también jugable. Como norma general, tanto el terreno como los rivales van apareciendo poco a poco con curiosos efectos, y dependiendo la zona podemos encontrarnos con áreas que desaparecen, se mueven o nos transportan con saltos entre plataformas distantes. Eso sí, los escenarios son totalmente lineales.


El segundo factor y probablemente más importante son las armas. Explicándolo por encima, tendremos un amplio abanico a nuestra disposición, así como un gran número de habilidades especiales. Además de un escudo que llevaremos siempre con nosotros y que permite hacer contraataques usándolo en el momento oportuno, lo normal suele ser llevar un arma corta (martillo, machete, lanza o lanzallamas) que se controla con el botón izquierdo del ratón, y un arma a distancia (arco, ballesta, pistolas, mosquete, carabina, mortero o bazooka), que dispararemos con el botón derecho. A esto le sumaremos habilidades como lanzar granadas, minas, señuelos o una larga ristra de ataques asociados a armas concretas. Especialmente llamativa una habilidad que permite lanzar torretas del videojuego Portal, que a su vez está asociada a un logro secreto.


Todo esto se puede combinar a nuestro gusto, así que podemos llevar dos armas a distancia o dos cortas si nos apetece, y de hecho tanto el machete como la lanza se pueden arrojar y servir también como armas de mayor alcance. Las armas además pueden ser modificadas o mejoradas de distintas formas en función de lo que más nos guste, al igual que nuestro personaje.


Esta variedad, que en otros juegos puede resultar confusa y llevar a que seleccionemos el par que más nos guste y no nos deshagamos de ellas en toda la partida, está muy bien llevada y nos invita a probarlas todas. En mi caso, querer probar las armas mejoradas con más calma fue el principal aliciente a comenzar una nueva partida y tratar de sacarme varios logros por el camino.



La dificultad en general no es muy alta, menos todavía cuando nos acostumbramos a los distintos tipos de armas y hemos visto las debilidades de los enemigos. Por eso, para dar un aliciente a una nueva partida (aparte de los logros y de dos finales diferentes) tenemos el templo, una estructura donde podremos activar ídolos de diferentes dioses que incrementarán la dificultad de diversas maneras. Activarlos todos complicará mucho la partida, dando lugar a enemigos más fuertes, grandes, que reflejan ataques, se vuelven invencibles, sueltan granadas cuando son derrotados... Incluso así, en niveles de la historia principal no dan demasiados problemas excepto en momentos puntuales; pero en los sueños, una especie de niveles opcionales de oleadas, nos veremos en serios aprietos al encontrarnos rachas de enemigos especialmente imponentes.


Como se ha ido diciendo, el principal punto fuerte es la jugabilidad. Pero no podemos olvidarnos del apartado artístico. Visualmente, el juego luce bonito, pareciendo en todo momento como si escenarios y personajes estuvieran dibujados a mano con acuarelas. Esto eclipsa cualquier "vulnerabilidad técnica" de las que se pueden encontrar en juegos con gráficos más realistas, por lo que podemos decir que esta obra envejece y envejecerá muy bien. En cuanto a la música, si bien echo en falta una variedad mayor de melodías, hay que decir que las principales se adaptan en todo momento a lo que va ocurriendo durante el juego. Algunas de las canciones son maravillosas y puedo afirmar que también pueden llegar a resultar muy pegadizas.



Con Bastion nos hallamos ante un gran juego de esos que saben combinar un poquito de todo lo que nos gusta en la dosis justa. Tenemos un apartado visual y sonoro espectacular, una historia que pese a no ser uno de los puntos fuertes cumple de sobra, y un estilo de juego que resulta divertido y hasta adictivo, concentrado en una obra que ni se nos hace demasiado larga como para resultar repetitiva ni tan corta como para dejarnos con la miel en los labios. Un título que por meritos propios merece estar entre aquellos que recomendamos sin dudar.


Comentarios

  1. Me lo he terminado este fin de semana (sí, también estaba en La Pila hace mucho tiempo) y me ha dejado un poco frio, la verdad :S
    Le quiero dar una segunda vuelta pero ya te digo, hay varias cosas que me han patinado bastante. Probablemente ha quedado eclipsado por otros títulos que han llegado desde su lanzamiento y entiendo lo que supuso en su momento...

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