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[Análisis] Papers, please

Llevamos ya unos meses quejándonos de los juegos que da cada mes PS Plus, y con bastante razón. Sin embargo, últimamente parece que la que se libra es la consola más olvidada de Sony, PS Vita. Apenas quedan juegos que no hayan regalado (básicamente porque tiene cuatro, si descontamos el simulador de billar y los juegos para móviles), pero para estos últimos meses que le quedan nos llegan algunos a los que les teníamos echado el ojo.


Papers please, aunque ha acabado saliendo en prácticamente todas las plataformas, parece ser un juego que se disfruta mejor en ordenador (al menos en cuanto a controles, jugar en portátil siempre esta bien). En PS Vita tiene su gracia sellar y devolver los pasaportes con el dedo, pero resulta molesto manejar los objetos en pantalla, lo cual nos hace perder un tiempo precioso.

El funcionamiento de Papers, please es simple en un principio, volviéndose más y más complejo con cada día que pasa. Somos un pobre hombre que ha sido sacado de su pueblo soviético y llevado a trabajar a una frontera soviética porque le ha tocado ya la lotería soviética. En efecto, todo tiene un tinte soviético. Básicamente, se nos presenta un país dictatorial en el que los ciudadanos están controlados y vigilados constantemente y en el que cualquier falta puede ser juzgada duramente para dar con tus huesos en el gulag.


Digamos que el juego tiene dos vertientes: la de una garita fronteriza en la que transcurre el 99% del juego y un menú en el que tendremos que cuidar de nuestra familia. Es algo tan simple como una pantalla negra con un menú de gastos e ingresos, en el que sumaremos lo que hemos ganado cada día (5 dólares soviéticos por persona a la que atendemos en la frontera) y restaremos la comida, calefacción y otros gastos que pueda tener nuestra familia de madre, hijo y abuelos. Cuidado que no se mueran, porque si no cuidas de tu familia, el gulag te espera. Y cuidado con mejorar la casa con dinero de dudoso origen, que Hacienda vigila y… al gulag.

Esto es una parte minoritaria del juego, pero es lo que le da sentido al juego. Dejar pasar a gente o mandarla a su casa no esta mal, pero tiene que servir para algo. Esto nos invita a darnos vidilla en la frontera (cuanta más gente atendamos más dinero ganamos) y nos hará tomar decisiones buenas y malas pensando en esos segundos de menú.


En cuanto a la frontera en sí, tenemos dos partes: la ventanilla y el mostrador. También veremos lo que ocurre fuera (la cola que se genera y las cosillas que pasan fuera), pero no es tan transcendental. La ventanilla es lo que es: veremos a la persona que llega, lo que nos cuenta y la pared del fondo (con la que también podremos interactuar en algunos casos)

Lo importante es el mostrador, el verdadero Burocrata simulator. Tenemos el BOE soviético del día, el libro con las normas de la frontera, los sellos de aceptar o denegar, y los pasaportes y documentos que nos vayan trayendo los viajeros, tarjetas de puticlub incluidas. Se nos dan unas directrices que cada día se complican más y ale, a currar hasta la hora de cierre.


El intringulis del juego viene por dos lados: el primero es el de aprender a desenvolverte en tu puesto de trabajo. Primero sólo tenemos que fijarnos en que todo esté en orden. Luego, exigir ciertos documentos. Detener a delincuentes. Parar a los ilegales. Interrogar a los sospechosos. Tenemos una gran variedad de gente que quiere cruzar la frontera, y surgen problemas de todo tipo, como que la foto del pasaporte no encaje con el aspecto del tipo en cuestión, te diga que se ha operado y le tengas que tomar las huellas. O que diga que es mujer pero tenga un trabuco escondido, if you know what I mean…

Cada persona tiene su historia y sus problemas y dependerá de nosotros si cumplir estrictamente con nuestro trabajo o apiadarnos de ellos. Es nuestra responsabilidad, y precisamente por ahí va la segunda vertiente del juego, la historia de fondo. Hay un total de 20 finales que dependerán de cómo actuemos ante muchas de las situaciones que se nos plantean, desde aceptar sobornos a parar redes de prostitución o ayudar a grupos terroristas. Alcanzar todos los finales es algo que llevará su tiempo pero que se nos facilita gracias a cómo se guardan las partidas: por días y ramas de la historia.


Papers please es un juego entretenido, que da para unas cuantas horas de diversión con algo aparentemente tan aburrido como hacer papeleo. Su interfaz gráfica es simple, y a la larga resulta pesado escuchar las mismas historias una vez tras otra, pero eso dependerá del afán completista de cada uno para conseguir todos los finales. Es una interesante experiencia que recomiendo probar, cuando menos.

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