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[Análisis] The Walking Dead

Acumular juegos en la biblioteca de Steam de forma compulsiva se ha convertido en nuestro mayor hobby en estos últimos tiempos. La plataforma digital hace que no tengamos que preocuparnos por limpiar estantes llenos de cajas metálicas en relieve, y los descuentos y regalos de promoción son mucho más habituales allí que encontrarse a un Community Manager tirando blu rays desde una azotea cuando vas a comprar el pan. El ansia nos puede, pero hay ocasiones en las que encontramos un hueco en nuestra ajetreada vida para eliminar algún elemento de nuestra lista de pendientes al tiempo que añadimos otros cuatro o cinco. En esta ocasión, hemos elegido The Walking Dead: Temporada 1.



The Walking Dead se convirtió en todo un fenómeno mundial allá por 2010 gracias a la serie de televisión, pero lo cierto es que los cómics en los que se basa llevaban coleando ya unos cuantos años. Me reservaré mi opinión acerca de una y otra para evitar a los haters de la serie e iré directamente al juego, que de hecho funciona como historia independiente. Es más, si fuéramos auténticos genios del marketing dispuestos a prescindir del nombre de una franquicia que genera millones, bastaría con eliminar el cameo de Glenn para venderla como una historia de zombis más.

Telltale consiguió con The Walking Dead un gran éxito con unas mecánicas que ha ido manteniendo y puliendo en los últimos años en sus productos. Aquí ya hemos analizado alguno de los más modernos, como Tales from the Borderlands, lo cual nos permite ver la gran progresión hecha desde entonces. Y como ocurre con los juegos antiguos, uno echa en falta los avances modernos.
En algunos capítulos pasaremos más tiempo en el suelo que de pie.

Por ejemplo, los movimientos, expresiones, y diálogos se ven algo más burdos. Gráficamente presenta un aspecto de cómic, por lo que se conserva bien, pero en lo sonoro parece quedar más plano: apenas presenta variedad y eso afecta a la ambientación. Personalmente, eché mucho de menos introducciones de cinemática y musicote en cada episodio.

No obstante, la historia que cuenta (que es la verdadera esencia del juego) es buena. Nuestro protagonista, Lee, es un condenado que se dirige a la cárcel cuando estalla el brote zombie. Durante su huida en los primeros compases de la epidemia encuentra a Clementine, una niña cuyos padres se encontraban fuera de la ciudad cuando todo comenzó. Ahí empiezan las andanzas de la extraña pareja, que durante su viaje se irá cruzando con otros supervivientes que vienen y van (la mayor parte de las veces a la tumba).


El bueno de Glenn sabe mantener la cabeza en su sitio en los momentos difíciles.

A su favor juega una falsa sensación de libertad, pero como en todos los juegos de este estilo, desaparece en cuanto lo rejuegas o comparas tu historia con un amigo. Fuera del rencor eterno que te guardan algunos personajes (me centro en el rencor porque el agradecimiento eterno aquí no existe, ya puedes haberte jugado la vida para salvar a su canario que te odiarán el resto de la partida si no compartes una galleta mohosa con ellos), la mayoría de elecciones importantes apenas tienen peso.
La falta de libertad también se nota en las opciones, que como es evidente, son limitadas. Se echa en falta opciones como razonar con los cazurros que te cruzas, la posibilidad de darse un poquito de prisa y salvar a varias personas a la vez, y sobre todo, sería especialmente deseable un botón de insta-kill. Soy un tipo tolerante como el que más, pero también tiendo a evitarme problemas innecesarios. Y en esta historia post-apocalíptica en la que jalear el gatillo para aventarte ahorita mismo a unos cuantos caminantes jueputas y dejarte de chingadas (en efecto, los subtítulos no están en español de España) está al orden del día, purgar un poco para favorecer la evolución no estaría de más. La tipa que no sabe cómo funcionan unas pilas. El adolescente depresivo que no mueve un dedo. El viejo violento de los apechusques. Un niño sospechosamente parecido al malo de Toy Story. Y el tipo con cara de zombie. ¡Como carajo no va a ser malo un tipo con esa cara! ¡Pero si incluso sus escusas son una mierda! ¿En serio a nadie se le ocurrió incluir la opción "No me cuentes más milongas" en ciertos diálogos? Si hubiera podido pegarle un tiro en nuestra primera conversación me hubiera ahorrado un capítulo entero. No es broma.


No había fotos del hombre con cara de zombie, así que pongo una de los protagonistas.

En fin, que me caliento. Y hablando de los capítulos, como también viene siendo habitual en los juegos de Telltale, existe una cierta irregularidad entre unos y otros. Los dos primeros capítulos son muy buenos, funcionando como historias más o menos aisladas, mientras que los siguientes van decayendo poco a poco hasta un final demasiado enfocado en una secuela. Me gusta la variedad de personajes que van apareciendo en cada uno de ellos y también las historias que tienen detrás, aunque no tanto la forma de descubrirlas. La discreción no va demasiado con nuestro protagonista, que aprovecha cada respiro entre ataques para ponerse a preguntar a saco si ya has superado que tus allegados murieran hace cinco minutos.


Siempre tendremos un arma a mano, aunque no estaría mal no tirarlas a la primera de cambio.

En conclusión, The Walking Dead: Temporada 1 es un juego que está por pulir en muchos aspectos (que posteriormente Telltale ha ido arreglando) y que puede presentar algunas pegas (achacables a un género al que todavía le falta músculo) pero que merece la pena por su historia y por la relación entre sus dos personajes principales. No gustará a todos por igual, pero si te gustan los zombies y las historias interactivas, te hará pasar un buen rato.

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