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[Análisis] Hue

En los últimos meses hemos ido viendo como PS Plus aumentaba la calidad de sus juegos. El hecho de repartir AAA como si no hubiera mañana (Metal Gear Solid V o Infamous: Second Son han sido los últimos) supone un ligero consuelo para aquellos que han visto su tarifa mensual incrementada, pero algunos echamos un poquito de menos esas pilas de indies que aparecían cada treinta días y que servían para quitar de la lista algunos juegos que no terminábamos de decidirnos a comprar. Afortunadamente, todavía nos sigue llegando alguno que otro, y es así como he podido jugar a una obra que llevaba un tiempo en mi lista de deseados de Steam: Hue.


Hue es un videojuego de puzles (sé jugar a más cosas que a puzles y juegos de Telltale, os lo juro) que hace de su aspecto su principal mecánica jugable. En sí, los escenarios, objetos, o incluso nuestro personaje, son unos dibujos de color negro simples pero bonitos, recordándome en cierta manera a lo visto en Amphora pero con un aspecto más infantil. Sin embargo, el fondo, que comienza siendo gris, cambia conforme a nuestros poderes. Hue, que es nuestro protagonista, tiene que ir buscando fragmentos de un anillo cromático que le dará los poderes de ver el mundo desde una perspectiva diferente.
¿Cómo puede ayudarnos ver el cielo azul en vez de gris para avanzar por el mundo? Aunque iremos viendo distintas mecánicas conforme avancemos, la principal será encontrarnos con obstáculos de un color que desaparecen cuando el fondo se vuelve de la misma tonalidad cromática.


La civilización se ha visto reducida a cuatro personas en total.

Las cosas se complican a medida que encontramos más colores, evidentemente. De hecho, es lo que más me ha gustado de Hue: cómo ha conseguido sorprenderme una vez tras otra cuando pensaba que ya no iba a dar más de sí. Es fácil dejarse caer en el error de pensar “bueno, ya tengo cuatro colores, esto no puede cambiar mucho con otros cuatro”. Y sin embargo lo hace. Encontramos puzles fáciles que implican saltar y poco más, pero luego habrá muros, y piedras, y calaveras gigantes que caen, y láseres de colores, y cajas con globos y… yo que sé, palancas y botones, y pinturas, y muelles que cambian de color al saltar sobre ellos...
Es cierto que en cada una de las zonas iniciales la forma de avanzar es más o menos parecida, y una vez pillado el truco el resto será poco más o menos igual, pero así es como funcionan esta clase de juegos. Cuanto más avanzamos, más mecánicas se van incorporando a las antiguas, lo cual, unido a ir adquiriendo más colores, genera que haya que pensar las cosas un poco antes de moverse, especialmente si no quieres perder las corneas al cambiar morado y naranja por rojo y verde de golpe.


La dificultad de los últimos niveles se incrementa notablemente

No es especialmente complicado, con excepción de los últimos niveles. De hecho la mayor parte de las veces que muramos será haciendo pruebas (“no sé si saltando desde aquí me daré con esos pinchos en la cabeza, voy a ver”) o en zonas que requieran ir rápido y cambiar de color en medio de un salto. Si no lo hacemos a tiempo (y el tiempo sigue corriendo, aunque lentamente, cuando abrimos el menú de colores) puede que ya nos encontremos “dentro” de una plataforma invisible e intangible al ser del mismo color del fondo, por lo que será demasiado tarde para poder cambiar de tonalidad. Los controles son precisos y el manejo con mando, fácil.
Por otro lado, Hue tiene una historia que se nos va contando en forma de cartas que aparecen según cambiamos de fase, casi siempre tras conseguir un color. En unas anodinas pantallas de subir y bajar escaleras sin dar ni un triste salto (para no estarse parado, que aburre más aún) se nos explican cosas del pasado alternándolas con datos muy curiosos sobre la historia o la ciencia de los colores. Y todo ello aderezado con una banda sonora a la altura de todo buen indie.


Aquí no hay ningún puzle, sigue caminando.

En fin, si Hue puede parecer a primera vista uno de esos juegos llamativos que tal vez estiran demasiado unas mecánicas que no dan mucho de sí, ciertamente está muy bien llevado. No repite y repite hasta el aburrimiento, sino que introduce elementos nuevos a cada rato y consigue exprimir al máximo todo el arcoíris. Puede que una historia un poco más amena hubiera terminado de redondear el juego que en ese sentido nota un pequeño bajón tras finalizar las etapas de conseguir fragmentos de color, aunque lo suple con unos puzles mucho más complejos, pero si lo compráis (y en el momento de escribir este análisis está rebajado a 3,74 en Steam) no creo que os decepcione.

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