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Sigue habiendo vida en Hyrule

The Legend of Zelda: Breath of the Wild pasará a la posteridad como uno de los mejores juegos de la historia, si no el mejor. Como podéis ver en nuestro análisis y en el resumen que hicimos, no es ya sólo que tenga un mundo fascinante y unas mecánicas pulidas, sino que es un mundo abierto de verdad, donde puedes escoger exactamente qué quieres hacer sin que nada te lo impida. Por ello, desde el día de su lanzamiento ha sido uno de los juegos que ha permitido hacer mayores locuras. Hoy nos apetecía recopilar algunas de las más curiosas y alocadas, por si os apetece tomar ideas...


El armario lo vi yo primero y me lo llevo:

Comenzamos con el desafío que nos dio la idea para esta entrada, el Bookcase Challenge. Todos conocemos el interés de Link por el vandalismo, desde destruir jarrones a perturbar gallinas, por no hablar de robar todo objeto que no esté atado a la pared con una cadena. En BOTW la mayoría del mobiliario es fijo: los ciudadanos de Hyrule no nadan en la abundancia y no pueden permitirse que alguien le sustraiga la única cama a una familia de siete miembros. Pero las cosas son diferentes en el Castillo Real, donde los bokoblins no tienen gran aprecio por los muebles de rico. Así que uno puede coger tan ricamente una estantería (congelándola y dándole de martillazos, quiero decir), sacarla de allí como quien no quiere la cosa y llevársela a... yo que sé, la cima de una montaña. O a su pueblo. O a la fuente del hada, que debajo del agua se le mojan los libros.

La cultura como recompensa de la escalada.

Especismo, el justo:

El desafío que todos estábamos esperando, el de Link vegano. Ser vegano no es fácil en la vida real, y tampoco lo es en Hyrule (especialmente porque Link no habla a cámara y así es imposible meter que es vegano en todas las conversaciones). Para empezar, lo obvio: nada de carne, pescado, huevos, leche, etc. Si queremos ampliar a crudivegano, de fuego ni hablemos. Encontrar ropa es complicado, la fibra sintética no se lleva y la lana y el cuero no son una opción. Montar un caballo es crueldad. Las secundarias especistas no están permitidas (recoger las gallinas que huyeron del granjero es un acto terrible). Y matar monstruos ni lo consideramos.

Ciertamente hay enemigos con los que es necesario acabar sí o sí para completar el juego, pero ello nos lleva a otra serie de dilemas: ¿recogemos el loot que sueltan? ¿Qué hacemos con los objetos no veganos que dan de recompensa en las misiones? ¿Son los guardianes mecánicos una especie como tal, o podemos acabar con ellos sin piedad? ¿Está la cuerda del arco hecha con pelo de caballo?

Puede que con ciertas razas haya un vacío legal...

Vivamos como los amish:

En un mundo medievaloide fantástico un tipo con una tablet sacando fotos y consultando el GPS queda fuera de lugar. Vale que necesitas el chip NFC para salir de la cueva, pero existen maneras de prescindir de la Piedra Sheika... Aquí comienza un recorrido bastante especial. Aunque todavía se nos permiten hacer muchas de las cosas (interactuar con templos o bestias divinas), en pos de la fidelidad lo adecuado sería no sólo no disponer de los poderes, sino no usar absolutamente nada que huela a tecnología satánica. Se acabaron las torres, los santuarios, los poderes y esas espadas con una luz azul procedentes de un decadente y pecador mundo.

Los selfis los inventó el diablo.

De vagabundos está el mundo lleno:

El reto del viajero, al que yo llamaría más bien el reto del vagabundo, es una forma de alargar, más que de dificultar. Puede llevarse tan lejos como uno quiera, eso también es cierto. Para empezar, nada de teletransporte, todo a pata o, como mucho, a caballo pero sin galopar. Ropa normal (el atuendo hyliano principalmente, aunque admiten combinaciones), nada de combinaciones extrañas, parar todas las noches a descansar (en hogueras, casas o tabernas, si es posible) y usar solamente armas "normales". Podemos cazar y cocinar la comida, por supuesto, pero no llevarla con nosotros. Y mejor será no ampliar la alforja para asegurarnos de que llevamos todo lo necesario. Uno de los desafíos más realistas, posiblemente, y uno de los más interesantes y asequibles, aunque en el fondo no deja de ser una variante del reto anterior.

Esto es lo más cerca que hemos estado de seguir este reto.

Guerrero, caballero o paladín. Decide, que no es lo mismo.

¿Por qué jugar normal pudiendo implementar un complicado y totalmente innecesario sistema de clases? Eso es lo que debió pensar alguien que, en lugar de comprarse un juego que ya lo tuviera incluido desde el principio decidió inventarselo el mismo. Solo necesitamos un dado para distribuir algunas clases entre las bestias divinas con el fin de desbloquearlas cuando las superemos y unas instrucciones de 10 páginas que podéis encontrar aquí. Cada clase tiene permitido usar una serie de armas u objetos, lo cual genera restricciones que hacen que el personaje sea más guerrero o más druida. Teniendo en cuenta que se puede cambiar de clase cada dos por tres y que la mayoría de estilos son algún tipo de guerrero o caballero tampoco es que este modo nos aporte demasiado.

Lo más parecido a modo ninja es pícaro.

De bar en bar

La comida no sólo supone la forma más común de recuperar salud en Breath of the Wild, sino que es un divertido entretenimiento. Este desafío nos impide darnos un atracón para curarnos, restringiendo nuestras posibilidades a ir a la taberna y pagar por una cama. Aparentemente tampoco permitiría pociones, asi que los enfrentamientos con jefes y la mayoría de mazmorras se complican de forma importante. No es el más entretenido de los desafíos ni el mas razonable, pero aporta algo de dificultad (y quita la posibilidad de probar locas combinaciones culinarias).

La Edad de Oro de los hoteles rurales.

A lo Bloodborne

Si habéis jugado a Bloodborne, sabréis que una de las principales diferencias con Dark Souls es cómo afrontar los combates: mientras que en este último uno tiene la posibilidad de cubrirse detrás de un escudo de dos metros cuadrados, en Bloodborne la cosa va mas de esquivar que de bloquear. Por eso este reto propone prescindir totalmente de escudos, obligandonos a plantear cada enfrentamiento de una forma totalmente diferente y a tener mucho cuidado con los guardianes. Ah, y nada de deslizarse pendiente abajo sobre el escudo.

Hello, hunter.

Mendigo asocial

Despertar tras 100 años de hibernación implica que todos tus amigos y familiares han muerto, que se lo digan a Fry (en su caso con un 0 más). Sin embargo, Link no tarda en ir socializando con unos y otros gracias a su fina dialectica y su elocuencia. Lo que este modo nos propone es alejarnos de la gente: no comprar nada en las tiendas, rechazar toda ayuda y, en definitiva, ser un marginado que se alimenta de basura del contenedor y de rapiñar cadáveres.

El único contacto permitido es con Wilson, un coco con una cara dibujada.

Por un Hyrule nudista

Este modo tendría muchas variantes, dependiendo del peso que a cada uno le guste llevar. La básica sería simplemente sin ropa, lo cual no sólo supone un problema al recibir impactos sino también al llegar a zonas muy calidas o muy frías. Sin embargo, si unos simples pantalones de tela ya te pesan demasiado, es probable que no quieras llevar contigo nada más que lo que te quepa en la mano: una espada, un escudo y, tal vez, un arco. No es cuestión de llevar 20 kilos de materiales dentro del...

Que situación tan embarazosa...

El más valeroso del cementerio

Dentro de las muchas formas de mejorar en Hyrule, la más evidente es aumentar nuestros corazones y la estamina con los símbolos de valía que obtenemos al finalizar los templos. Escalar montañas, correr o aguantar impactos depende de ello. ¿Qué ocurriría si no aprovechamos esta característica del juego? Básicamente, que la cosa se complica mucho, convirtiendose en un desafío importante. Sin embargo, si algo aprendimos de la isla comosellame en la que nos dejan como la diosa nos trajo al mundo, buena parte del progreso en Breath of the Wild consiste en lo que aprendemos. Podemos aprovechar las diferentes ropas, mejorar el equipamiento y, sobre todo, hacer uso de nuestras dotes culinarias para cargarnos de efectos beneficiosos con los que afrontar la aventura.

Los accidentes de escalada están a la orden del día en este desafío.

Con estas sugerencias terminamos la entrada, pero la dejamos abierta a sugerencias. ¿Habéis probado alguno de estos desafíos? ¿O habéis llevado a cabo otros diferentes? ¡Comentadnos vuestras experiencias!

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