En
plena fiebre de los simuladores llegamos a encontrar grandes joyas que todos nos
moríamos por jugar. Simulador de cabra, simulador de piedra, simulador de
reparador de coches... cosillas graciosas que nos daban para echarnos unas
risas. Y en esas que llegó Hatoful Boyfriend, un juego que se vendió como un
"simulador de citas con palomas", y que si bien entró con fuerza en
nuestro radar indie, no terminaba de atraernos tanto como para gastarnos los ocho euros
que cuesta. Pero, una vez más ¡PS Plus al rescate!
Sin embargo,
poco duró mi felicidad, que era bastante; los de mi generación, tal y como decía Dani Mateo en un monólogo, nos ilusionamos con cualquier cosa, y hay que reconocer que el tráiler prometía. Voy a ser el aguafiestas diciendo desde ya, lo que me ha
parecido después de haber jugado una partida (se supone que hay que jugarlo
varias veces para sacarse todos los finales): es HORROROSO. Lo que
inicialmente prometía ser la cima de lo molón, ha resultado ser una... cosa a
la que hay que jugar en un estado de embriaguez considerable con amigos igual de ebrios comentando cada escena para que sea medianamente
llevadero.
Explico
mi aversión a esta obra del averno. Puede que en Japón, donde triunfan los otome, que es como se llaman los juegos
de este estilo, Hatoful Boyfriend sea lo más de lo más, no digo yo que no.
Incluso puede que en Occidente haya mucha gente a la que le guste, me parece
respetable. Pero desde mi punto de vista de demonio occidental, resulta
aburrido al máximo.
Los nombres tampoco ayudan mucho a diferenciar a los personajes. |
Para
empezar, la gracia de "¡Eh, mira, son palomas!" dura más o menos 3
minutos; exactamente el tiempo que tardas en darte cuenta de que tu
evolucionado cerebro de primate no es capaz de diferenciar con precisión caras de palomas.
Cierto que la primera vez que conoces a cada una de las ratas voladoras puedes verlas
como si fueran un personaje humano de anime (si activas la opción para hacerlo
al inicio de la partida), pero lo que vas a visualizar de ahí en adelante serán una serie de
imágenes de pájaros, de manera que constantemente te ves preguntándote si ese
bicho con plumas rimbombantes es tu profesor de mates o el chulillo del cole...
Digo lo
del cole porque la historia, si es que me he enterado de algo (que pudiera ser
que no) trata sobre una chica humana que va a un colegio de pájaros que hacen
cosas de humanos. Otra crítica que tengo es que no me avisaron de que mi personaje
era femenino hasta bastante después de haberle puesto de nombre Palomo McPollo
(pudiendo haberla llamado Paloma McPolla), y todavía tarde más en darme cuenta
de que era un ser humano. Fallo grave.
Si sólo me fijo en la foto, esta paloma me parece igual que la anterior. |
Pues
total, que la muchacha tiene que buscarse un novio, y para ello interactúa con
unos y con otros mediante unos diálogos totalmente absurdos y prescindibles (de
hecho se nos da la opción de saltar gran parte del juego con un solo botón) que
se darán entre elección y elección. Elecciones tan sumamente apasionantes como
"¿Quieres ir a clase de mates, de gimnasia, o de música?" o con quién
hablas en una excursión. Fascinante.
Volviendo
de nuevo a las caras de los personajes, agradecería que las palomas mostraran
algún cambio. Quiero decir, puede que no reconozca a ese palomo, pero no me
pongas siempre la misma foto. Ponme un par de ángulos distintos de la foto, que
varíe un poco cuando conversas según lo que digas. Por poner un ejemplo, en los
Fire Emblem hablas con las personas y según avanzas en la conversación la
imagen cambia ligeramente, reacciona a la historia. Aquí ni se han molestado en hacerlo.
Esta paloma también me parece la misma. De hecho, puede que lo sea. |
Y llegamos al final. Mi final. Cómo acabó mi primera y horrible partida. Tras haber tomado no más de DIEZ decisiones (la mitad fueron a qué clase quería ir), sin haber llegado a conocer bien a ningún personaje, sin haber podido hacer nada que mereciera medianamente la pena, un cartel me informa de que un comité de palomas supremacistas se ha reunido en un cónclave secreto y ha decidido que no me integro suficientemente en su sociedad de asquerosos bichos voladores obesos (en mi ciudad las palomas están gordísimas, no es un insulto gratuito) y se reúnen para asaltar mi cueva y darme una paliza mortal. Y sin más explicación, hale, a la pantalla de inicio. ¡Yupi!
Así que
tras esa primera experiencia jugable, comprenderéis que no haya querido
reintentarlo para descubrir con qué media naranja voy a tener polluelos
híbridos monstruosos. ¿Mejoraría mi opinión de rejugarlo? Me parece a mí que
no. El hecho de que se puedan saltar todos los diálogos ya nos indica que ni
sus desarrolladores tenían mucha fe en que pudiera interesarle a alguien. Y al no haber tenido casi
elecciones... Pues hace que no sepa muy bien en qué punto concreto metí tanto
la pata como para merecer la muerte
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