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[Análisis] Gravity Rush

Como últimamente estamos con una de cal y otra de arena, a cada análisis de un juego “nuevo” (dentro de nuestras posibilidades socio-económicas, que todavía no nos regalan nada) le tiene que acompañar otro de un juego más viejillo. Y como pretendo hacer una entrada de Gravity Rush 2 (“nuevo” de hace un año) en cuanto lo compre y lo juegue, me ha parecido que no se puede hablar de una secuela sin hacerlo antes de su primera parte. Así que desenfundé la PSVita, ¡y a jugar!


Gravity Rush es uno de esos juegos que me gusta recomendar pero que, teniendo en cuenta la presencia casi anecdótica de PSVita en España, tengo que derivar a su versión de PS4. Y es una lástima, porque es un juego de PSVita. De hecho, me atrevo a decir que es EL JUEGO de PSVita. Hay mejor catálogo del que pueda parecer, y mejor que sería si llegaran todas las “japonesadas” que se quedan en el país nipón (Gravity Rush es una japonesada máxima), pero este juego es el que mejor aprovecha todas las capacidades de la consola.
Por poner en situación, en esta aventura controlamos a Kat, una joven de edad indeterminada que aparece con amnesia en una extraña ciudad que flota entre las nubes que rodean un gigantesco pilar. Kat descubre que puede alterar la gravedad (la suya y la de objetos y/o personas cercanos) con la ayuda de un gato bastante rarito llamado Dusty y comienza a usar ese poder para amueblarse una chabola en las cloacas y ayudar a la gente como buenamente puede.


La caída de la bufanda será un indicador de la dirección de la gravedad.

Se da el caso de que la gente no tiene problemas normales, porque la ciudad está siendo atacada constantemente por unas criaturas ponzoñosas llamadas nevi. Además, al estar la ciudad colgando por ahí, pues existen problemillas típicos de ciudad colgante como que se te caiga la estación de trenes que comunica el centro con el barrio de las parrandas, o que el típico autobús cargado de niños que se cae por el puente acabe vete tú a saber dónde.
Estas aventurillas que, desde mi punto de vista, son secundarias (no veo una historia principal muy clara, ya que los principales puntos de la trama quedan a medias para preparar la segunda parte), son la excusa perfecta para juguetear con las leyes de la existencia. Y la PSVita es la plataforma indicada para hacerlo.


Los destrozos por toda la ciudad son importantes, aunque a nadie parece importarle.

Cuando queramos alterar la gravedad, pulsamos un gatillo y… voilà! Nos quedamos flotando. Pero si queremos volar, tenemos que ordenar al universo que la gravedad vaya hacia otro lado, así que apuntamos con el joystick o moviendo la maquinita, y volvemos a darle al gatillo. La cámara se puede mover gracias a los giroscopios, aunque no será lo más habitual si tenemos que cambiar de dirección muy bruscamente. Sin embargo, sí se aprovecha en el modo “deslizamiento”, que activamos manteniendo los dedos en la pantalla táctil. La pantalla táctil también se emplea para activar superpoderes y pasar viñetas.
Este último es un detalle curioso que me ha gustado mucho. Las historias se narran tanto con cinemáticas como con una especie de cómics en los que vas pasando de escena en escena con el dedo (o un botón, aguafiestas) y que además puedes voltear con la consola. Porque a nivel estético es un juego genial, y sabe encajar juego, cinemática y cómic de una forma totalmente fluida.


En realidad, vive en una tubería.

Y ya que estoy en este apartado, como en toda buena japonesada, el apartado estético y el sonoro son espectaculares. Escenarios maravillosos, personajes perfectos (aunque aquello de ponerle trajecitos de tinte erótico en ciertas secundarias es discutible), enemigos de todo tipo, y escenas y diálogos para todos los gustos.

Eso sí, tampoco nos podemos olvidar de los fallos que tiene. La irregularidad es el principal, ya que a ratos puede hacerse aburrido si empezamos a hacer pruebas, desafíos y secundarias. La intrigante historia, que en ocasiones parece dar tumbos de un lado para otro, puede resultar confusa. Y que en ocasiones el control no sea especialmente fácil, pese a las ayudas, también puede contribuir a que los menos fans de este tipo de juegos se echen para atrás.


Chacha, colegiala y gatita sexy son algunos de los disfraces que podemos usar.

En fin, que sin meterme en spoilers, no me queda más que recomendarlo a todo el mundo. Aunque quedan muchos cabos sueltos que resolver, Gravity Rush es un grandísimo juego que recomendamos sin tapujos. Porque volar y alterar la gravedad siempre es divertido, excepto tal vez para esos ciudadanos descuidados que se ven envueltos en tu campo gravitatorio para acabar cayendo al vacío.


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