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[Análisis] Okhlos Omega

La mitología, especialmente la griega, es un filón al que acuden las desarrolladoras cada cierto tiempo en busca de inspiración. Y cualquier género es bienvenido: rol (Titan Quest), estrategia (Age of Mythologies), hack and slash (God of War)... En los últimos años, esto de la mitología ha calado en el mundo indie, con dos ejemplos de estilo y acogida diferentes: Apotheon, un metroidvania estéticamente sublime, y el juego anteriormente conocido como Okhlos, un rogue-lite plagado de luces y sombras. Veámoslo.


En Okhlos encarnamos a un filósofo que lidera a una turba enfurecida con los tejemanejes de los dioses; la indignada muchedumbre se abrirá paso por las regiones más célebres de la Grecia clásica, reclutando nuevos adeptos y arrasando con todo lo que se le cruce. Con el teclado moveremos al pensador de turno, y con el ratón controlaremos (hasta cierto punto) al banco de pirañas humanas, que puede estar conformado por varios tipos de gente: filósofos (que representan la vida; si mueren todos, game over), espartanos (a más espartanos, más ataque), atenienses (a más atenienses, más defensa), esclavos (que llevarán ítems, como jamones para curarse o vasijas que invocan fantasmas), ciudadanos (moneda de cambio) e incluso animales. 

A todos ellos se unen los héroes (nada menos que CIENTO CINCUENTA Y TRES tras la actualización a Omega), unidades con características especiales que encontraremos enjaulados en algunos niveles o en las tiendas que separan las salas, donde intercambiaremos unidades por unidades (espartanos por esclavos, por ejemplo), o por un héroe; estos héroes mejorarán nuestro grupo, bien mejorando su capacidad, sus estadísticas o con alguna habilidad específica (daño a distancia, curación, bloqueo de proyectiles...); no sólo eso, sino que al cumplir ciertos objetivos en nuestra partida, desbloquearemos héroes iniciales, los cuales podremos elegir al comienzo de la partida (un líder y cinco héroes). Vamos, que por rejugabilidad no será.

Podemos encontrar guiños a series y juegos en los héroes y sus fichas.
El juego en general resulta bastante asequible, aunque tiene picos de dificultad exagerados, especialmente en sus niveles finales, donde a día de hoy, y tras la gran actualización de febrero de la que luego hablaremos es directamente injusto; no hace que sea menos divertido, pero sí puede llegar a frustrar al jugador. Eso sí, en lo estético es una maravilla: un pixel art cargado de humor y un poco de mala baba, acompañado por una banda sonora que aúna perfectamente la música de recreativas con el tono clásico que la ambientación del juego requiere.

Al final de cada nivel encontraremos un boss: sólo dos de ellos aparecen siempre (Hefesto en Lemnos y Hades en el Inframundo); en el resto de mundos habrá dos jefes finales posibles, y que toque uno u otro es cuestión de suerte (eso sí, si os toca Hera en el primer mundo, dad por hecho que el segundo será muy cuesta arriba). Además, hay otros seis jefes secundarios, ocultos en los seis primeros niveles, que exigen requisitos específicos (unos más evidentes que otros) para ser enfrentados. Y, muy en la línea de The Binding of Isaac, cada vez que nos pasemos el juego desbloquearemos un final, y tendremos que pasárnoslo de nuevo para lograr el siguiente. Hasta ahora, servidor ha logrado sacar dos de los cuatro que existen.

Entre el Poseidón con Crocs y el Hades hipster me matan el alma.
Y ahora, vamos con las sombras. El pasado mes de febrero el juego recibió un lavado de cara total, y cambió su nombre a Okhlos Omega; entre sus muchos cambios, como nuevos héroes o reducción de tamaño de los mundos (de cinco salas a tres) y nuevos enemigos (como hoplitas kamikazes), introdujeron campeones que aparecen aleatoriamente en la segunda sala de cada mundo. En general, son más un dolor de cabeza que otra cosa, pero hay dos que desesperarían al hombre más tranquilo: Thanatos, que invoca esbirros infinitos que van a por el líder de la turba, y las Gorgonas, que suelen aparecer en los últimos niveles, y petrifican a todo quisqui cada pocos segundos salvo a ti, que te quedas con el culo al aire y diciendo cosas muy feas sobre las madres de gente que no conoces. Y eso no gusta.

Por no hablar de crasheos y pantallas congeladas (muy puntuales, eso sí), algunos tirones de frames muy molestos a partir del cuarto mundo, y algún bug que puede romperte la partida (como que el líder se quede atascado en el suelo y no pueda avanzar).


Okhlos Omega es un juego lleno de muy buenas ideas, muy divertido... PERO (así, con mayúsculas) tras la actualización se volvió bastante injusto, y presenta fallos que, de aparecer, pueden destrozar la experiencia de juego (cuando no la partida); pese a las peticiones de algunos jugadores, aún no ha habido parche alguno para solucionarlo.

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