Fortnite es el juego del momento, y su éxito se está alargando bastante más de lo que muchos pensábamos, por razones que ya hemos comentado. A las 24 horas de haber salido en Switch acumuló 2 millones de descargas, nada menos. En este blog llegamos un poco tarde a la ola, pero ahora que nos hemos subido no vamos a abandonarla fácilmente. Como no hicimos análisis del juego en sí, aprovecharemos para hacerlo de su versión en Switch.
Siendo claros, en la comparativa de plataformas, Switch sale perdiendo. Habiéndolo jugado en PS4, PC (con mando de PS4, cierto es) y Switch, es en esta última donde me he encontrado más incómodo por varias razones. Para aquéllos que no estén demasiado familiarizados con el juego en cuestión, Fortnite es un battle royale en el que 100 jugadores se enfrentan entre ellos en una isla hasta que sólo queda uno. Una niebla va reduciendo la zona de lucha, y habrá que equiparse lo mejor posible para derrotar a nuestros adversarios. Además, podemos construir estructuras y fuertes, y existen distintos modos de juego que se van actualizando cada poco tiempo con novedades.
Por tanto, estamos ante un juego en el que la tensión es constante, estaremos mirando alrededor todo el rato, y si podemos ver a nuestros enemigos a lo lejos tendremos la gran ventaja de poder esquivarlos o dirigirnos a despacharles antes de que lo hagan ellos. Y aquí es donde está la peor parte: Nintendo Switch usada en su modo portátil se queda pequeña. En sobremesa no hay grandes diferencias con las demás plataformas, es cierto, pero cuando la sacas del dock y te pones a ello… la cosa cambia.
El principal problema que he encontrado ha sido el ver todo demasiado pequeño. Acostumbrado a jugar en pantallas mayores, distinguir a un jugador a lo lejos se me hace muy difícil. Lo mismo ocurre con los textos, tanto del menú como del juego (quién ha matado a quién o el inventario) y, en menor medida, en el mapa.
Sin embargo, no es ésta la única pega, en mi opinión. Aunque algunas de las cosas que comentaré pueden venir causadas por mi escasa adaptabilidad a esta consola tras haber jugado en otras, las importantes no. Uno de los más evidentes, aunque hay que librar de culpa a Nintendo, es que no tenemos crossplay con PS4, por lo que no sólo he tenido que comenzar de nuevo sino que además ni tan siquiera puedo jugar con mi patrullita habitual.
No son frecuentes del todo los tirones o los cuelgues, pero los hay. Y en los tiroteos con mucha gente, se nota un poco lento. Y en cuanto a la escasa adaptabilidad de la que hablaba, lo que más complejo me resulta es la distribución de los botones en la consola: aunque es exactamente igual que en el resto, resulta un poco difícil manejarse. Por ejemplo, los gatillos estrechos de Switch y la lejanía entre botones y joystick (que ojo, no me han molestado lo más mínimo en otros juegos) complica las cosas en un juego tan rápido, igual que me pasó con Bayonetta, del cual traeré el análisis en breve.
Con esto no quiero decir que sea malo, ni mucho menos. Jugado en televisor y con mando pro (este último es una auténtica maravilla, dicho sea de paso; el mejor mando que he probado con bastante diferencia) no dista mucho de las otras versiones. Pero estamos hablando de Switch, y la principal novedad que aporta por tanto es el poder jugarlo en modo portátil. ¿Compensa la compra? Pues teniendo en cuenta que es gratis, si no lo habéis jugado no perdéis nada por darle una oportunidad. Sin embargo, si ya lo disfrutáis en otras plataformas y no lo necesitáis para llevarlo con vosotros de un lado para otro, sospecho que no durará mucho tiempo instalado.
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