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[Análisis] Domina

Dentro de nuestra inmensa lista de deseados existen juegos de todas las clases y colores. En ocasiones tenemos la posibilidad de hacernos con alguno de ellos de forma más o menos económica, y lo que es más, jugarlo. Uno de estos últimos fue Domina, ofrecido por un dolarín en el último Indie Bundle junto con otras obras que os analizaremos en breve, como Kingdom: New Lands y Rusty Lake: Roots.


Podríamos definir Domina como un juego de gestión de gladiadores (simulador de escuela de gladiadores, si a alguien le gusta más así) con estética píxel, y (esto es importante antes de empezar) completamente en inglés (inglés nivel medio, eso si). En él encarnamos a la lanista encargada de una escuela de gladiadores que en el momento de empezar la partida no está muy boyante.

Así comienza un proceso preparatorio que nos llevará en última instancia a los grandes juegos en el Coliseo. El problema en este inicio, y en todo el juego en general, es que no se explica apenas nada. Domina está hecho a todas luces para jugarlo varias veces, de forma que la primera sea algo así como el tutorial donde uno aprende de qué va la cosa, lo cual se acaba entendiendo al final de la partida. Pero de inicio, aunque no llega a ser frustrante, molesta ver que has perdido tiempo y recursos haciendo algo inútil.


Como decíamos, tenemos que gestionar todos los aspectos de una escuela de gladiadores, lo que va más allá de comprar o vender esclavos. Para empezar, hay que gestionar los recursos, que son básicamente oro, agua, comida, vino y tiempo. El agua y la comida descienden en función de la gente que tengamos a nuestro cargo, mientras que el vino es más bien algo así como un premio para los gladiadores o la gente que pulula por nuestra casa (luego llegaremos ahí). Los otros dos son evidentes: con oro compramos cosas y gente, y el tiempo es lo que tarda en conseguirse una determinada acción.

La pantalla principal del juego es el patio de nuestro ludus, donde veremos a nuestros gladiadores y esclavos, así como a otra serie de personas. Entre ellos tendremos unos señores que podemos contratar para que nuestra escuela vaya mejorando, como médicos, herreros, agricultores, bardos, etc.; un legado y un magistrado, cuya función viene a ser vendernos esclavos, gladiadores, y proporcionar otra serie de opciones que, de primeras, no parecen demasiado útiles; y el más importante de todos, el doctore.


Este personaje nos permitirá mejorar las habilidades de combate de nuestros gladiadores a cambio de dinero. Esto será de suma importancia en la arena, donde existen dos opciones: o dejar que los gladiadores se apañen ellos solos, o controlarlos nosotros. Personalmente recomiendo la primera opción por ser la más adecuada a lo que es el juego, gestión de recursos y no combate en sí mismo.

Tengamos en cuenta que dejarlos a su aire aporta un toque sorpresivo; puedes tener un gladiador sumamente preparado que muera de forma imprevista, cosa que será más difícil que ocurra si tú lo manejas. Y eso fastidia cuando estás jugando, pero a la vez da el gustillo de tener que currárselo una vez más con otros gladiadores, y de no jugárselo todo a una sola carta.


Parte importante en nuestros gladiadores serán las mejoras particulares. Me refiero aquí al entrenamiento (se puede poner en automático, en vez de picar continuamente en ellos), a unas cartitas que podemos proporcionarles para añadirles un bonus determinado, y a la equipación. Armas y armaduras son aspectos fundamentales que marcarán la diferencia en los combates. Existen tres tipos de gladiadores en función de sus armas y estilos, a los que a su vez conviene mejorar una serie de estadísticas u otras. Proporcionarles mejores armas y armaduras los hará más eficaces, pero eso costará dinero. Y si mejoramos mucho a un gladiador y muere…

En la pantalla del gladiador tenemos también otras opciones que no sabremos inicialmente para qué valen. La moral que tienen, por ejemplo, que mejora si damos vino y oro como recompensa o empeora cuando uno de ellos muere. Y una serie de opciones para dejarles libres, matarlos, o venderlos. Digo que son absurdas porque inicialmente no queremos prescindir de ninguno de nuestros gladiadores, pero en cuanto tenemos una buena tropa y no entren más en el patio, habrá que optar por alguna de estas opciones. Dejarlos libres si que parece una opción realmente absurda… hasta que acabamos la primera partida.


Por último, tenemos una mesita con una serie de desafíos que al principio nos parecerán bastante complicados. Vencer a los campeones regionales no parece muy apetecible, pero o lo haces o estás fuera de la gran final. Hay incluso carreras de cuadrigas, pero personalmente no he llegado nunca a disponer de una con la que competir (en una tuve el caballo y en otra el carro, pero nunca ambos al mismo tiempo).

Aunque más que un análisis lo que he estado haciendo pueda parecer una guía de consideraciones a tener en cuenta, lo cierto es que el juego no tiene mucho más. Entrenas gladiadores y los mandas a morir. Los combates en la arena son muy rápidos y entretenidos, con un apartado audiovisual espléndido. Como espectador resultan especialmente espectaculares, y el detalle de poder subirlos rápidamente a Twitter es brillante. A veces mueren, a veces viven, y otras acaban suplicando por su vida en un minijuego absurdo de hacer click muy rápido en el que jamás he conseguido salvar a nadie.


En resumidas cuentas, Domina es un entretenimiento que resulta adictivo durante al menos un par de partidas. El hecho de que no se nos explique nada es uno de sus mayores peros al inicio, y personalmente quitaría la opción de poder controlar a los gladiadores, pero aún así son dos pequeños peros en un juego más que aceptable.

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