Aunque por aquí no hayamos parado de sacar análisis, lo cierto es que llevaba ya un tiempo sin escribir alguno. No por falta de actividad videojueguil, sino más bien porque lo que juego ya está analizado o porque se está alargando más de la cuenta. El caso es que la racha de barbecho se acabó precisamente con uno de mis regalos de cumpleaños (otro de ellos será el siguiente análisis). Os presento Candle.
Candle es una aventura medio point-and-click medio plataformera con puzles. En sí, podría pasar perfectamente como un juego point-and-click, sólo que el manejo no es con el ratón señalando y haciendo click sino con flechas, barra espaciadora y demás. Precisamente ahí veo el mayor problema del juego, que tiene dos vertientes: la primera es un control tosco (y lento, muyyyy lento, aunque el juego entero lo es), que hace que te despeñes cada dos por tres y que en ocasiones pierdas el tiempo tratando de hacer cosas que no son porque no estas seguro de si es así o es el control. La segunda es que, debido al colorido del escenario y la cantidad de detalles es muy fácil perderse cosas que sería fácil encontrar si todo funcionara con el ratón y se resaltaran de alguna manera los elementos importantes al pasarlo por encima.
Sin embargo, las bondades de Candle son muchas en comparación con estas dos pegas (de las cuales solo la primera es realmente molesta). Básicamente, podríamos decir que Candle es como un cuento infantil, con todo lo bueno que ello conlleva. Comenzamos por la historia, que parte del esquema de “malvados atacan la aldea de un joven protagonista, que se ve obligado a emprender un peligroso viaje para arreglar la situación”. Aparte de Deku encontramos varios personajes por el camino, pero apenas están desarrollados más allá de unas breves explicaciones de sus motivaciones.
No es que importe demasiado (¿en cuántos cuentos lo están?), pero las historias que cada uno nos cuenta por medio de dibujitos, acompañada de una explicación hablada al final para que nadie se pierda, te enganchan. Uno quiere saber más, quiere más historias… pero no las hay, por desgracia. Dicho en otras palabras, aunque la duración del juego es correcta, parece que sabe a poco, entre otras cosas porque además es un juego lento tanto en términos de animaciones como de jugabilidad.
Como en todo cuento, un aspecto importantisimo es el narrador. Personalmente opino que es uno de los puntos fuertes del juego: la voz de Pepe Mediavilla es magnifica de por sí, y queda redonda en un juego de estas características. Tampoco hay que restarle merito a las voces de otros personajes, pero como hablan un lenguaje inventado (y bastante gracioso, por cierto) no puedo valorarlas tanto.
Por otra parte, nos queda el apartado audiovisual. El apartado sonoro es brillante, tanto por el doblaje del que ya hemos hablado como por los efectos de sonido y, especialmente por la música. Son melodías que no pasan desapercibidas, al contrario de lo que pasa en muchos juegos de este estilo. Es potente, tiene la fuerza necesaria para suplir la falta de acción.
Pero, por encima de todo, habría que colocar el apartado artístico. Diferenciaríamos tanto los gráficos del propio juego como las animaciones de las escenas clave. Ninguna tiene desperdicio. Durante el juego, como he mencionado anteriormente, el mayor problema es que al ser muy colorido y rico en detalles puede ser fácil pasarse cosas por alto y tener que volver posteriormente, pero aun así cada escenario, cada viñeta es una delicia. Pero sin ninguna duda mis favoritas son las acuarelas que sirven para ilustrar los entreactos.
Hasta aquí lo más reseñable. Quedaría por hablar de los puzles, pero es uno de los apartados que más me cuesta valorar en estos juegos. Siempre los suelo ver rebuscados y poco intuitivos (sin excepción, no sólo aquí), por lo que casi siempre acabo recurriendo a guías. Pero si bien en otros casos el no dar con la tecla de los puzles acaba echándome para atrás, el juego tiene el suficiente atractivo como para mantenerte enganchado en todo momento. Candle rebosa arte por los cuatro costados. Recomendable.
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