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[Análisis] Ori and the Blind Forest: Definitive Edition

'Haceos con Ori and The Blind Forest cuanto antes, no os arrepentiréis'. Ése podría ser mi análisis, porque con este juego sobran las palabras; también es cierto que me estaría horas y horas hablando de sus maravillas, que son muchísimas, empezando por un apartado visual cuidado hasta la náusea. Así que intentaré encontrar un punto medio, y contaros cuantísimo he disfrutado en mis algo más de catorce horas correteando con Ori por el bosque de Nibel.


Sólo por los diez primeros minutos del juego (en tu cara, Up) merece la pena pagar lo que sea: controlar a Naru y Ori alternativamente mientras salen a recolectar fruta antes de que la fatalidad caiga sobre ellos es de una belleza sobrecogedora; en contraste con ello, una jugabilidad rayana en lo frustrante, que exige todos los reflejos, la pericia y la atención del jugador (amén de mucha, mucha paciencia). Porque Ori es un ser de luz demasiado joven y puro para su mundo. Y su mundo es un pozo sin fondo de sadismo y maldad.

Quiero decir, ¡mirad quién ha quedado moñeco en el bosque de Nibel!

Ojo, he dicho frustrante, no injusto: el ensayo y error será habitual en algunas zonas (pocas, por suerte), y la muerte una compañera de viaje. Pero cada vez que ese pequeño ¿gatete? blanco se convierta en polvo, significará que tú no has sabido guiarle bien, y eso te picará, y te tirarás lo que haga falta luchando contra los elementos porque Ori merece ser un héroe. Y tus mejores aliados serán un control depuradísimo y la capacidad de crear puntos de guardado a tu gusto. Esto último tiene su cosa, porque crear estos vínculos de alma (que así se llaman los guardados) nos costará células de energía, necesarias para el uso de ciertas habilidades ofensivas (ahora voy a ello), que a su vez tendremos que mejorar a través de los vínculos de alma. Y os digo desde ya: la única opción correcta es guardar como si lo fueran a prohibir; quien diga lo contrario, miente.

Las habilidades de nuestro protagonista las conseguiremos en árboles repartidos por el mapa, y que hacen las veces de tumbas para sus hermanos, fallecidos mientras le buscaban (el pobre Ori no gana pa' disgustos); éstas se limitan a mejorar la capacidad de Ori de salir por patas, y son los momentos en los que hay que encadenar todo esto al milímetro porque el escenario se te come en los que a uno se le pone el corazón en la boca, le sudan las manos una barbaridad y se pregunta en qué momento los dioses de los videojuegos decidieron castigarle así. Lo de atacar será cosa de Sein, un espíritu similar a Navi pero con capacidad armamentística, que seguirá a nuestro ¿zorrete? Aparte de ataque normal y ataque cargado no tiene mucho más, ni falta que le hace.

En Nibel han llevado el cruising a otro nivel: el subacuático, concretamente.

El enorme mapeado está interconectado de maravilla, y nos "obligará" (puedes ir a piñón perfectamente; de hecho, hay un logro de pasarse el juego en menos de tres horas) a volver a terrenos ya vistos para encontrar sus tesoros, entrar en nuevas zonas, o simplemente estar de paso. Como metroidvania que es (¡este juego lo tiene todo!), habrá zonas inaccesibles hasta que tengamos la habilidad necesaria... o eso pensaremos. Porque la gente de Moon Studios tiene una mente perversa en lo que a esconder secretillos se refiere, y más de uno hubo que me tuvo pensando media hora para luego ser la mayor tontería del mundo (como cierta palanca oculta a plenisísima vista). Los enemigos no varían en toda la aventura, más allá del típico 'ahora soy babosa estándar, ahora babosa de fuego'; cosa que para mí no es un fallo, ni muchísimo menos (es un bosque, tendrá una fauna fija, es lógico), pero no está de más decirlo.

¿Y qué contiene esta Definitive Edition? Pues un par de zonas secundarias en las que descubriremos el pasado de Naru, la madre adoptiva de Ori, y un par de habilidades nuevas la mar de útiles (que deberemos utilizar para ciertos coleccionables y/o hacernos la vida menos asquerosa); además, tendremos pozos que harán las veces de puntos de guardado y teletransporte, haciendo el backtracking mucho más rápido que en el juego original (que en Steam viene de regalo con la compra de esta edición). Y para los más curiosos, como extra tiene una serie de vídeos del making of, gracias a los cuales veremos cómo cambió la historia de Ori desde sus inicios a la versión que llegó a nuestras plataformas, o detalles simplemente gloriosos.

Sí, usaron Golbats para fijar las mecánicas de movimiento.

En el apartado artístico, todo lo que diga es poco. Cuanto se ve, desde personajes a escenarios, dibujado a mano con una delicadeza y cuidado que asustan, y una banda sonora (mayoritariamente basada en piano y coros) que pone la piel de gallina. Todo en perfecto castellano. ¿Qué más se puede pedir?


Su dificultad puede tirar para atrás a más de uno, y es una pena. Porque la historia de Ori merece y debe ser jugada por todo amante del medio. Haceos con Ori and The Blind Forest cuanto antes, no os arrepentiréis.

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