Otro año más, y ya van tres consecutivos, nos hemos dejado caer por el Salón Otaku, que en esta ocasión celebraba su cuarta edición. Este evento reunió durante tres días a amantes de la cultura japonesa, mangas, animes, videojuegos, juegos de mesa y frikadas varias. Gracias al Espacio Joven del Ayuntamiento de Salamanca conseguimos unas entradas que nos permitieron pasar una agradable tarde en el recinto, el Multiusos Sánchez Paraíso.
A priori este año nos ha dado la impresión de mucha más gente en las horas que pasamos allí. Mayor variedad de cosplays entre los asistentes (la mayoría muy trabajados), gente con carteles ofreciendo abrazos y muchas banderas arcoíris. Ciertamente se notaba un ambiente agradable y distendido en el que todo el mundo pudiera sentirse a gusto.
Primeramente recorrimos los distintos puestos de manualidades, principalmente dibujos para todos los gustos que daban buena cuenta del talento y el entusiasmo de sus creadores, que amablemente se prestaban a conversar con los asistentes. También encontramos un pequeño lugar para la literatura con una serie de libros con premisas bastante interesantes, si bien este año no acabamos por decidirnos por ninguno (no habíamos tenido mucha suerte con la adquisición del año pasado, todo sea dicho).
Al fondo estaba también una pequeña zona con un par de puestos de alimentación, aunque lo cierto es que la mayor parte de bebidas y snacks japoneses que nos llamaron la atención se hallaban en las tiendas. Al lado encontramos la zona de softcombat, una de las más concurridas, donde no sólo se puede luchar, sino también fabricar tus propias armas. No terminamos de decidirnos porque un tipo de dos metros pegando a niños con un palo (acolchado) habría quedado feo, pero ciertamente parecía una actividad bastante divertida.
Cerca teníamos la zona K-pop con un buen número de adolescentes bailando, pero lo que realmente atrajo nuestra atención es el escenario principal donde en esos momentos está terminando el concurso de cosplay. No sólo había una gran variedad entre los participantes, sino también un buen trabajo detrás. Existía además la posibilidad de que se fotografiaran en un pequeño estudio y también encontramos una zona en la que hablar con los invitados.
En cuanto a videojuegos, aunque no nos detuvimos a probar por la cantidad de gente que había en esos momentos, sí parecía haber una clara mejoría con respecto a otros años, al menos en los juegos mostrados (estuvimos incluso viendo jugar un rato al recientemente vapuleado por la crítica Jump Force). No podía faltar tampoco una zona de LoL y juegos retro, así como un área de juegos de mesa (que también estaba llena).
En cuanto a nuestra parte favorita, la zona de tiendas, la sensación que nos ha dejado este año es que tal vez había un menor número de puestos, pero bastante más diversos. En comparación con el primer año que fuimos, que se encontraban las mismas chapas, pósteres y sorteos en la mayoría de ellos, en esta ocasión el paseo fue más variado. Muchos de ellos incluyen ahora snacks y bebidas japonesas, y aunque algunos de los objetos de coleccionismo que están a la venta se encuentran en casi todos los puestos (Death Notes y varitas mágicas, por ejemplo), lo habitual era todo lo contrario. Entre nuestras compras incluimos gorras, tazas, llaveros y colgantes, contrastando con las chapas, los pendientes de princesas Disney y el minion vampiro que nos tocaron en las rifas del primer año.
No podemos extender el resumen a muchas de las actividades que se realizaron durante los tres días por el simple hecho de que no estuvimos para verlas, pero había torneos de videojuegos y juegos de mesa, proyecciones de animes, talleres y charlas. Es un evento en el que cualquier joven (y también gente más mayor, por qué no) puede encontrar algo en lo que pasar un buen rato, aprender y conocer gente con los gustos parecidos.
¡Nos vemos en la próxima edición!
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